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El ejercicio físico modifica la microbiota

El ejercicio físico realizado de manera regular es un seguro de vida.

La actividad física practicada de manera regular es antiinflamatoria y protectora contra el desarrollo de enfermedades inflamatorias crónicas.

Estudios recientes han relacionado la disbiosis intestinal con microbios patógenos. También hay resultados que indican una mayor susceptibilidad a enfermedades inflamatorias.

Algunas investigaciones en animales y humanos demostraron que el ejercicio puede tener un papel beneficioso en la prevención y mejora de las enfermedades inflamatorias crónicas al tener un efecto sobre la función inmunológica intestinal y las características de la microbiota.

En la investigación de Clark et al. en 40 jugadores de rugby de élite mostró una mayor riqueza y diversidad de la microbiota.

  • La mayor diversidad se correlacionó linealmente con la ingesta de proteínas y las concentraciones de creatina quinasa (CK).
  • Por lo tanto, se reconocieron los patrones dietéticos y el ejercicio como reguladores cruciales de la biodiversidad intestinal.
  • La microbiota de los atletas era más diversa que la de los controles en los que predominó el filo de bacterias “Firmicutes”, asociado a mayor riesgo de aterosclerosis.
  • Adicionalmente los jugadores de rugby y los controles de bajo IMC mostraron proporciones más altas de Akkermansia muciniphila, que se correlaciona negativamente con
    • el IMC,
    • la obesidad
    • y los trastornos metabólicos,
    • posiblemente debido a una función de barrera intestinal mejorada.
  • Además del perfil microbiano, en los jugadores de rugby de élite se encontraron niveles de citocinas inflamatorias inferiores (IL-6, TNF-, IL-1) y superiores citocinas antiinflamatorias (IL-10, IL-8) con respecto a los controles.

 

Otras investigaciones han encontrado mayor abundancia de bacterias promotoras de la salud como F. ​​prausnitzii, Roseburia hominis y A. muciniphila en mujeres que realizan regularmente la dosis mínima de ejercicio recomendado por la OMS.

  • El porcentaje de grasa corporal y masa muscular de estas mujeres se correlaciona significativamente con mayor variedad de comunidades microbianas intestinales.
  • Los autores sugirieron que estos hallazgos apoyan un patrón de ejercicio inclinado a romper el sedentarismo mientras modifica beneficiosamente la microbiota intestinal.

Estaki et al. Analizó la microbiota fecal y AGCC fecales en 39 sujetos sanos (hombres y mujeres) con diferentes niveles de aptitud cardiorrespiratoria. Halló que independientemente de su dieta, cuanto mayor sea el nivel de condición física, más diversa era su microbiota intestinal.

Se tomó la producción de butirato como marcador de la salud intestinal, y se encontró una mayor abundancia de taxones productores de butirato en individuos con mayor niveles de aptitud aeróbica.

Es importante aclarar que el ejercicio de alta intensidad no supervisado por una óptima periodización de entrenamiento, o síndrome de sobreentrenamiento, puede ser un factor de estrés para el organismo y también puede tener un efecto negativo sobre la microbiota intestinal.

Gracias por leerme y que tengan un muy entusiasmado y enriquecedor día.

Un abracico con mucho love del bueno.

 

María Sánchez Romero

mariapowerpt@gmail.com

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