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Implantes de Silicona y Autoinmunidad

En las últimas décadas, millones de personas han estado expuestas a la silicona en diversas formas, desde artículos para el hogar, como tetinas de biberones, hasta productos médicos implantables, como válvulas cardíacas y derivaciones ventrículo-peritoneales.

Pero la forma más popular y reconocida de uso de silicona son los implantes mamarios, que después de décadas de investigación se consideran el material ideal para la mamoplastia de aumento.

Hoy en día, el aumento de implantes mamarios sigue siendo el procedimiento de cirugía plástica más común en los Estados Unidos; en 2009, se realizaron 311,957 aumentos de senos, la mitad con implantes de silicona.

En el momento de la invención, los fabricantes de implantes mamarios de silicona, que consideraban su producto como biológicamente inerte, no estaban obligados a proporcionar pruebas de seguridad y eficacia a la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA). Pero, desde sus inicios, su estructura química ha suscitado muchas preguntas con respecto a su seguridad a nivel local y sistémico, el último de los cuales todavía se debate en la actualidad.

La rotura del implante, la fuga de silicona a través de la cubierta, la fragmentación del elastómero, la fibrosis capsular y la contractura capsular son eventos adversos locales bien reconocidos. Sin embargo, los efectos sistémicos nocivos de la silicona, sobre todo el tejido conectivo y las enfermedades autoinmunes, siguen siendo controvertidos.

Se ha identificado que la sílice natural en sí misma causa cáncer de pulmón y enfermedades autoinmunes. 

La posibilidad de reacciones sistémicas adversas a los implantes de silicona se ha informado desde 1964, cuando dos pacientes desarrollaron enfermedades del tejido conectivo varios años después del aumento de implantes mamarios

El cribado de fenómenos autoinmunitarios preexistentes y las pruebas genéticas son herramientas hipotéticas para la posible estratificación del riesgo en el futuro antes de la implantación de silicona, lo que puede permitir evitar eventos adversos autoinmunitarios reumáticos y cirugías de explicación posteriores.

Tres de los cinco estudios citados por Hölmich et al. no encontraron prácticamente ningún aumento en los síntomas autoinformados en pacientes con rotura probada del implante en comparación con los pacientes implantados sin rotura. Este estudio está limitado porque los pacientes implantados no rotos funcionaron como controles, en lugar de los pacientes no implantados. Al mismo tiempo, los pacientes implantados con solución salina, que invariablemente tienen la carga de silicona más baja, también informan enfermedades autoinmunes. Esto implica que quizás un proceso estocástico puede ser otro elemento en el trastorno relacionado con la silicona. Sin embargo, al considerarlo todo junto, parece que el vínculo entre la silicona y la autoinmunidad no debería estar limitado por las limitaciones de enfermedades definidas, sino que debería relacionarse también con síntomas no definidos.

Es necesario definir la siliconosis en términos de constelación de síntomas para que los estudios futuros puedan referirse a este conjunto.

Actualmente, se está trabajando en el establecimiento de un criterio bajo el título de síndrome autoinmune por adyuvante

 

CONCLUSIONES

Durante los años de prohibición de la FDA, la seguridad de los implantes mamarios de silicona fue una gran preocupación para los cirujanos, inmunólogos, reumatólogos y, lo que es más importante, para los pacientes. Cuando se levantó la prohibición de los implantes rellenos de silicona, el número de procedimientos de aumento de senos aumentó en un 251% con la inserción de implantes mamarios de silicona eclipsando los implantes de solución salina. Sin embargo, parece que aunque la silicona es segura para la gran mayoría de los sujetos, sus efectos nocivos relacionados merecen más consideraciones. En la misma línea de pensamiento, entre 1992 y 2006, se publicó una cantidad significativa de datos sobre los eventos adversos de los implantes mamarios de silicona. Además, la notificación rápida de efectos adversos ha dado lugar a innovaciones y mejoras en la fabricación y el diseño de implantes.
En este punto, los estudios sobre implantes mamarios de silicona no han apoyado una relación con la carcinogénesis y eso con las enfermedades autoinmunes definidas sigue siendo controvertido. Mientras que la respuesta fibroproliferativa inflamatoria provocada por la silicona es irrefutable y la presencia de anticuerpos antisilicona, autoanticuerpos no relacionados y fenómenos autoinmunitarios asociados a la silicona no definidos parece plausible.

María Sánchez Romero

mariapowerpt@gmail.com

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